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La romantización del sacrificio

Foto del escritor: Ps. Sofia Israel LauliePs. Sofia Israel Laulie

Actualizado: 8 mar 2024

Cuando hablamos de trabajo, estudios, metas u objetivos, existe la costumbre de ensalzar aquellas sólo aquellas actividades que hayan sido realizados en base a esfuerzos desmedidos. Pareciera que la única forma de lograr metas o merecer reconocimiento es sufrir en el proceso y haber aguantado todo tipo de situaciones que pasan a llevar nuestro bienestar físico y psicológico, privilegiando así: el Sacrificio.

Dentro de esto, podemos encontrar muchas situaciones de la vida cotidiana que se ven afectadas por esta forma de ver el mundo, una de ellas es la romantización de las largas jornadas laborales: En muchos trabajos las jornadas laborales no son respetadas, se pasan a llevar los horarios de descanso o almuerzo, e incluso se consideran "buenos trabajadores" a aquellos que dejan de lado su vida personal, descuidando su salud, familia o vida social y dan todo por la empresa.


Esto, uno de los principales vicios del sistema en el que estamos inmersos, provoca que los niveles de estrés aumenten, con ello, los costos sanitarios, y de todas maneras, no se logren los estándares de productividad que los empleadores tienen como objetivo.

Por otro lado, tenemos la romantización de la exigencia académica. El sistema educativo está programado desde el privilegio y no del derecho. Pareciera ser que el que es estudiante debe utilizar el 100% de su tiempo en estudiar, y ser el mejor, si no fracasa. Esto trae por consecuencia un alto filtro en universidades y un aumento de la competencia y discriminación desde la educación básica, provocando que la forma de rendir esté más cerca de la memorización y el cumplimiento de expectativas que del aprendizaje.

Uno de los puntos más polémicos es la romantización de las dietas restrictivas, ya que, parece ser que en el mundo es muy importante la alimentación que llevan otras personas. Dentro de esto, la exaltación por un cuerpo "perfecto" da por hecho que todos lo desean, por lo tanto, se critica el cuerpo y se ensalza sufrir mientras comas y que parezca que estas feliz. Esto trae múltiples consecuencias: trastornos alimenticios, desequilibrios metabólicos, normalizar comentar la alimentación y cuerpo de otros, logrando así que las personas se aíslen, no pidan ayuda, realicen conductas autodestructivas, y se genere un bucle que logre incorporar a más gente dentro de una lista de prácticas insalubres.

Una de las elecciones de la vida más romantizadas es la maternidad. Este proceso debe ser muy sacrificado, pero hermoso, solo así se es madre. La mujer debe conjugar sus tiempos, nutrir, criar a los hijos, estar disponible y sonriente para todos, ser estupenda, tener la casa ordenada, hijos impecables, ser buena amante, buena pareja y ser la #1 en su trabajo. Esto provoca altos niveles de culpabilización por la crianza, siempre parece haber alguien que lo hace mejor y que tiene consejos más inteligentes, como también aumento de la autoexigencia por cumplir las expectativas del entorno.


Por último, la romantización de no pedir ayuda. Todo lo anterior trae por consecuencia diferentes dificultades a nivel de salud, relacional y personal. Pero se espera que una persona sea "capaz" de salir adelante sin pedir ayuda, no sea "débil", y demuestre su fortaleza pudiendo valérselas por sus propios medios. Aquí se ve un aumento de la automedicación, autodiagnóstico, seguir consejos de quienes "han pasado por lo mismo", discriminar a quienes si han optado por pedir ayuda profesional y propicien desertar de los procesos.


Podemos hacer una lista enorme de sacrificios que debiésemos hacer día a día, pero aquí lo importante es tomar conciencia, examinar como estamos observando el mundo, preguntar si todo lo que pienso debo decirlo, y seguir la invitación más importante:

¡Cuestionar todo!

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